Agua, hombre y litio: una relación milenaria

El cuerpo humano contiene litio de forma natural y todos lo consumimos a diario, sobre todo a través de los líquidos que ingerimos. Descubra la otra cara de este elemento que no deja de sorprendernos.

Discreto pero esencial, el litio nos acompaña desde siempre: en los ríos, en las aguas subterráneas, en los alimentos, en nuestro propio cuerpo. Es precisamente esta presencia silenciosa la que revela la extraordinaria versatilidad de esta materia: capaz de participar en los equilibrios biológicos más delicados y, al mismo tiempo, de desempeñar un papel decisivo en las tecnologías que dan forma al futuro.

El litio es el trigésimo elemento químico más presente en la corteza terrestre, donde ocupa alrededor del 0,002 %. Desde la formación de la Tierra, hace unos 4600 millones de años, el litio se ha dispersado fácilmente por la naturaleza, beneficiándose de su pequeño tamaño, ligereza y alta solubilidad de sus átomos.
Estas características hicieron que estuviera presente en los océanos, donde nacieron las primeras formas de vida, que contenían sales de litio disueltas en una proporción de 0,17 partes por millón (ppm). Tras este acontecimiento primordial, el litio acabó estando presente en todos los seres vivos.

Elemento omnipresente

El cuerpo de un adulto de 70 kg contiene alrededor de 7 miligramos de litio, que se encuentran principalmente en el cerebro, los riñones y los huesos. Esta cantidad se mantiene constante, ya que el litio que consumimos se elimina con relativa rapidez.

Gerhard Schrauzer, profesor e investigador de la Universidad de California, afirmó en su estudio titulado «Lithium: occurrence, dietary intakes, nutritional essentiality» que un ser humano adulto necesita ingerir alrededor de 1 mg al día, cantidad que acabamos consumiendo de forma natural a través de los alimentos y bebidas. Según Schrauzer, los mecanismos bioquímicos de acción del litio están interrelacionados con las funciones de varias enzimas, hormonas y vitaminas, así como con factores de crecimiento.

Al igual que el hierro, el zinc, el cobre, el yodo o el flúor, el litio se considera un oligoelemento (clase de micronutrientes indispensables para el ser humano, que se encuentran en cantidades muy pequeñas en el organismo), aunque sus funciones aún no se conocen en su totalidad. Se ha estudiado más su uso en terapias relacionadas con la salud mental, un campo que aún tiene múltiples frentes de investigación.

El litio en el agua que bebemos, y no solo

Cuando bebemos agua, probablemente estamos ingiriendo una cantidad ínfima de litio.

El proceso de embotellado y comercialización de aguas minerales naturales comenzó en Europa a mediados del siglo XVI, siendo buenos ejemplos las regiones de Spa, en Bélgica, y Vichy, en Francia. Aproximadamente tres siglos más tarde, hacia 1860, se desarrollaron técnicas para analizar los minerales disueltos en el agua, descubriéndose que el litio estaba presente en muchos manantiales naturales de todo el mundo.

Un estudio exhaustivo de las aguas subterráneas utilizadas para uso público y doméstico en los Estados Unidos concluyó que las concentraciones más elevadas de litio se encuentran normalmente en las aguas subterráneas de las regiones áridas y en las aguas subterráneas más antiguas, y que factores naturales como la química de las rocas locales, el clima y la mezcla con aguas salinas influyen directamente en los niveles de litio encontrados.

Cada agua natural es única en su composición y sabor, pero no todas contienen litio. Incluso si existe, su presencia rara vez se indica en la composición, ya que el contenido es generalmente mucho menor que el de magnesio, sodio y otros elementos.

El litio también es común en otras bebidas. Un estudio realizado en 2020 en Alemania con 160 bebidas diferentes, como vino tinto y blanco, bebidas a base de cola, bebidas energéticas y cervezas, determinó la presencia de litio en su composición, con contenidos entre 0,003 y 0,024 ppm.